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Mostrando entradas de abril, 2022

Me cago en Casciari

La verdad es que no lo conocía hasta hace dos meses o, más bien, lo conocía de nombre, pero no había leído nada de él. Lo que pasó fue que hace dos meses me dieron ganas de escuchar cuentos mientras paseaba al perro, para variar un poco del tema de los podcast, y busqué en Spotify mis opciones. Lo de los cuentos surgió porque, si bien siempre se me dio por la escritura, hace más de un año me lo sugirió mi psicólogo como ejercicio para superar las crisis existenciales. Ahí volví a escribir, me metí en un par de los mundiales de escritura de Llach, hice un taller que me vendió él, porque para eso son esos mundiales en realidad, y me armé una carpeta con los textos que iba escribiendo. Como es bien sabido, la lectura y la escritura son dos caras de la misma moneda, así que empezar a escribir trajo de la mano el consumir toda la literatura que pudiera como había hecho de adolescente. A eso se le puede sumar que tengo una personalidad con tendencia a la adicción y que este gordo es un hijo

El teorema de Pitágoras

Desde que tengo más o menos 4 o 5 años, mi viejo me preguntaba cada vez que volvía del jardín si ya había aprendido el teorema de Pitágoras. Yo le decía que no, que había aprendido a pintar con un pincel o a ponerme la campera solo o a hacer alguna de esas cosas que son un logro a los cuatro o a los ochenta, pero que todavía no había aprendido el teorema de Pitágoras. Entonces él me lo repetía, «La hipotenusa es igual a la raíz cuadrada de la suma de los catetos al cuadrado». Yo, lógicamente, lo repetía de a partes después que él y eventualmente me lo aprendí, o por lo menos aprendí a repetirlo. Cuando volvía del jardín, me sacaba el pintorcito y él me preguntaba si ya había aprendido el teorema de Pitágoras y yo ahora le contestaba en un canto perfecto, de entonaciones idénticas cada vez que salía, lo que era la hipotenusa, me lo festejaba y a mi me llenaba de orgullo. Recuerdo dos cosas del teorema de Pitágoras en esa época. Primero, que no tenía idea de lo que significaban la mayorí

El paseo de Eón

  Desde hace un tiempo veníamos hablando con mi novia sobre adoptar un perro. Entre los argumentos en contra estaba el trabajo que implica, el gasto económico, el tener que adaptarse a sus necesidades y sus tiempos y lo difícil que es encontrar quien lo cuide cuando uno sale de vacaciones. A favor teníamos el amor que dan, lo compañeros que son y una buena oportunidad para dar un paso más en la relación. La batalla fue dura, pero a yer finalmente adoptamos un cachorro y le elegimos un nombre griego , se llama Eón . Es inquieto y energético, y su pelo completamente negro lo haría parecer una sombra si no fuera por el blanco de los ojos.   Por ser su primera noche en el departamento , lo dejamos dormir con nosotros, pero como el único aire acondicionado del dos ambientes está en el living, dormimos con la puerta abierta. Error. Hoy estaba todo sucio, hizo pis sobre una alfombra, el sillón estaba lleno de pelos con uno de los almohadones masticado en un extremo y, como frutilla